Tres años después de las elecciones del 14 de febrero, el panorama político en Catalunya ha experimentado un cambio significativo. La mayoría independentista en el Parlament ya no existe y se han roto los vetos entre partidos. El Govern de coalición entre ERC y Junts se rompió en 2022, llevando a los republicanos a buscar acuerdos con el PSC para la aprobación de los presupuestos. Este pacto presupuestario representa el primero en 13 años entre estos dos partidos.

La ruptura de bloques se evidenció en las elecciones municipales, donde el veto del independentismo al PSC se levantó. Junts presentó un candidato en Barcelona contemplando pactos con el PSC, mientras que ERC gobernó con los socialistas en tres de las cuatro diputaciones. La negociación de la amnistía también ha contribuido a romper la dinámica de bloques, con Junts votando la investidura a candidatos socialistas a cambio de la ley para exonerar las causas del 'procés'.

Además, se han reanudado los contactos entre Junts y el PP, evidenciando un cambio de estrategia y la apertura a nuevas alianzas. Estas negociaciones, aunque no llegaron a buen puerto, reflejan la necesidad de adaptarse a un escenario político en constante evolución. Todo apunta a que la ruptura de bloques es definitiva o, al menos, irrecuperable a corto plazo.

Si se celebraran elecciones hoy con el mismo resultado que hace tres años, la lectura sería mucho más compleja, con la posibilidad de que líderes como Salvador Illa o Pere Aragonès tengan nuevas oportunidades de liderar el Govern. El cambio de escenario político en Catalunya sugiere una evolución constante y la búsqueda de alianzas inéditas para consolidar un nuevo panorama político en la región.