El entretenimiento, especialmente las series y películas que abordan el tema del narcotráfico en Latinoamérica, ha despertado polémica y reflexiones sobre la manera en que nuestras sociedades e identidades son representadas a nivel internacional. Es crucial cambiar la percepción y el enfoque que tenemos ante esta realidad reflejada en la pantalla, ya que, aunque estas producciones reflejan una porción de nuestras vidas, no deben definirnos por completo como individuos ni como naciones. La reacción airada ante cada nueva alusión al narcotráfico en el entretenimiento no abona a que cesen las asociaciones estereotipadas con la violencia y el crimen en nuestra región.

Resulta agotador y contraproducente entrar en un círculo de atención constante hacia estas representaciones. Las alternativas a la indignación podrían radicar en una reconciliación tranquila con nuestras historias, sin romantizarlas ni banalizarlas, y, sobre todo, en abrir espacios de conversación consciente en nuestros entornos más cercanos. Dialogar sobre su impacto en nuestras vidas cotidianas y reconocer los errores y aciertos en la forma en que hemos afrontado esta problemática, es un paso necesario para dejar atrás el estigma que nos ha definido a nivel global.

Es fundamental encarar abierta y honestamente las experiencias ligadas al tráfico de drogas en nuestras comunidades, reconociendo el impacto en nuestras vidas personales y colectivas. La superación del silencio y la vergüenza que rodean estas temáticas, así como un enfoque más compasivo en la esfera pública, nos permitirán transformar la manera en que se nos percibe a nivel internacional. Es hora de tomar el control de la narrativa que representa nuestras realidades, promoviendo un diálogo constructivo que nos libere del peso del estigma y la culpabilidad que ha definido nuestra percepción externa durante tanto tiempo.

Asumir un papel activo en la transformación de la narrativa asociada al narcotráfico implica no solo cambiar la manera en que nos relacionamos con nuestras propias historias, sino también impulsar enfoques políticos que aborden de forma integral esta problemática. Al asumir un rol protagónico en esta conversación, podremos desplazar las narrativas preconcebidas que nos han relegado a estereotipos perjudiciales y, al mismo tiempo, transformar la percepción global sobre nuestras naciones. Es momento de liderar la discusión a nivel internacional, en lugar de ser meros espectadores de nuestra propia representación en el entretenimiento global. Solo así lograremos cambiar el enfoque con el que se nos mira, e iniciar un diálogo constructivo sobre el impacto del narcotráfico en nuestra región.