Las escuelas de samba de Río de Janeiro, conocidas por su crítica social, han dedicado sus desfiles de carnaval a homenajear a los jóvenes víctimas de la violencia policial y el racismo, así como a los indígenas yanomamis. Uno de los desfiles más destacados fue el de Salgueiro, que presentó la lucha de los yanomamis ante la minería ilegal, las enfermedades y el hambre. El carnaval, lejos de evitar temas delicados, mostró personajes vestidos de garimpeiros con fusiles, una excavadora devorando la selva y un homenaje discreto a los periodistas asesinados en la Amazonia brasileña.

El carnavalesco de Salgueiro, Edson Pereira, expresó la importancia de representar a los yanomamis, destacando la deuda que se tiene con ellos desde la llegada de los portugueses en 1500. El desfile realzó la urgencia de la situación que viven estos indígenas, quienes sobreviven bajo amenazas externas. La escuela se propuso contar la historia de los yanomamis en el carnaval de 2024, tras recibir el visto bueno del líder espiritual y chamán, Davi Kopenawa, quien pidió que se mostrara tanto la tragedia ambiental y social como la riqueza de la mitología y la fortaleza de su pueblo.

El desfile incluyó una canción que resonó profundamente entre los espectadores, expresando el rechazo al orden y progreso impuestos, así como una declaración de que siguen vivos. La noche del lunes, la escuela Portela también desfiló con un mensaje emotivo al mostrar a madres que perdieron a sus hijos, en su mayoría víctimas de la violencia policial en Río de Janeiro. Otra comparsa, Paraíso do Tuiuti, dedicó su espectáculo a la figura de João Candido, un marinero que lideró una revolución en 1910 contra los castigos físicos a la tropa de la Marina, mayoritariamente negra.

Los desfiles de carnaval de Río de Janeiro se han consolidado como un espacio de reivindicación social y política, recordando su nacimiento hace un siglo como herramientas de resistencia. Asimismo, confirman su papel pedagógico al transmitir mensajes de conciencia social. El carnaval, además de ser una celebración festiva, se ha convertido en una plataforma para visibilizar problemáticas sociales, honrar a víctimas y mantener viva el espíritu crítico y reivindicativo de la cultura afrobrasileña.