Una severa **tormenta invernal** azotó la región noreste de Estados Unidos, dejando a su paso el cierre de escuelas y condiciones de conducción peligrosas. Con vientos que alcanzaron los 64 kilómetros por hora, la tormenta cubrió de nieve gran parte del territorio, lo que obligó a los distritos escolares a cancelar las clases presenciales durante el día. En Nueva York, la lluvia se transformó en nieve desde las primeras horas de la mañana, pronosticándose la acumulación de hasta 8 pulgadas a lo largo del día, lo que generó situaciones peligrosas en las carreteras.

La intensidad de la tormenta provocó el caos en el transporte aéreo, con más de 1.000 vuelos retrasados o cancelados en aeropuertos como LaGuardia, Boston Logan International y Newark Liberty International. Además, alrededor de 155.000 hogares y empresas en estados como Pensilvania, Nueva Jersey y Virginia Occidental se quedaron sin suministro eléctrico debido a los fuertes vientos y la acumulación de nieve, generando preocupación en la población afectada.

La tormenta puso fin a una 'sequía de nieve' que afectaba la región desde hacía casi dos años. Esta situación, sumada a los estragos causados en el transporte y la energía eléctrica, evidencia la magnitud del impacto de este fenómeno meteorológico en la vida cotidiana de los ciudadanos. Ante este escenario, diversas autoridades locales y estatales han implementado medidas de seguridad y prevención para mitigar los efectos de la tormenta en la población.

En resumen, la severa **tormenta invernal** que paralizó al noreste de Estados Unidos no solo alteró la rutina diaria de millones de personas, sino que también evidenció la importancia de la preparación y la respuesta ante eventos climáticos extremos, subrayando la necesidad de estar preparados para afrontar situaciones adversas que puedan afectar la seguridad y el bienestar de la comunidad.