El negocio agrícola está experimentando una transformación significativa que presenta tanto desafíos como oportunidades. Grandes inversores vislumbran un futuro lucrativo en el campo, mientras que la percepción de los agricultores difiere notablemente. Se prevén revoluciones y crisis habituales en el sector para que este potencial futuro se concretice. Aunque la rentabilidad de la propiedad de tierras ha disminuido en comparación con la inversión inmobiliaria en años recientes, se vislumbra la posibilidad de burbujas incluso en el ámbito agrícola.

La agricultura del futuro estará marcada por una nueva forma de producción de alimentos, acorde al crecimiento poblacional. Países como Holanda han liderado esta revolución con métodos de producción altamente tecnificados, como los invernaderos de precisión, que próximamente se extenderán a nivel europeo. Tecnologías punteras, accesibles solo para grandes empresas y fondos de inversión, serán parte integral de las nuevas explotaciones agrícolas.

Las inversiones en agricultura avanzan, ejemplificado por proyectos como Duijvestijn Tomates y el grupo Ametller. Sin embargo, obstáculos burocráticos y la actual sequía generan frenos. La incorporación de tecnologías de precisión, el uso de inteligencia artificial y el surgimiento de granjas verticales buscan impulsar la eficiencia y la sostenibilidad en el sector.

La evolución del sector agrícola conlleva cambios significativos en el perfil del agricultor, que exige una gestión empresarial más compleja. A su vez, el atractivo del 'agrobusiness' va en aumento, con operaciones de adquisición de tierras y empresas del sector alimentario. La implementación de controles arancelarios y la regulación de la cadena alimentaria se postulan como soluciones para promover ingresos justos, competitividad y sostenibilidad en la industria agrícola.