Las palabras con las que Donald Trump ha puesto en duda el compromiso de EEUU con los países de la OTAN que incumplen el objetivo de gasto en defensa suponen una amenaza grave para la seguridad común. Sostener que Washington no protegería a todos los aliados e incluso «animaría» a Rusia «a hacer lo que quisiera» esboza un inquietante escenario que vulneraría el artículo 5 de defensa mutua de la OTAN, y constata el riesgo para el multilateralismo de su posible vuelta a la Casa Blanca.

Mientras su partido se resiste a dar más ayuda militar a Kiev, la bravuconada de Trump -una «ducha de agua fría», tal como reconoció ayer en Berlín el primer ministro polaco Donald Tusk- ahonda en la ola populista que socava la democracia liberal a ambos lados del Atlántico. Tras tergiversar los datos para minimizar la aportación de la UE, el ex presidente afirmó que EEUU ha destinado 200.000 millones de euros a Ucrania, cuando en realidad son 71.400. En todo caso, sus falsedades no eximen a la UE de sus deberes.

El objetivo acordado por los aliados pasa por destinar el 2% del PIB a gasto militar en 2024. El conflicto ucraniano ha espoleado a los países fronterizos con Rusia a cumplir ya con una meta que, como admite Margarita Robles, España no alcanzará hasta 2030. El desafío que entraña el enfrentamiento con Rusia obliga a los 27 a acelerar su apuesta por la defensa.

Las declaraciones de Trump generan incertidumbre y retos para los aliados de la OTAN. La necesidad de fortalecer la defensa común se hace evidente ante un escenario geopolítico en el que la inestabilidad y las tensiones internacionales requieren una respuesta unificada y comprometida.