Alerta por el posible colapso de la gran corriente oceánica del Atlántico: implicaciones globales

El debilitamiento del sistema circulatorio oceánico podría desencadenar graves consecuencias climáticas

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Matt Hardy - Unsplash

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  • El debilitamiento del sistema circulatorio podría tener graves implicaciones para el clima global.
  • Estudios recientes advierten sobre la posibilidad de un colapso inminente de la corriente del Atlántico.
  • El impacto de un eventual colapso afectaría las temperaturas, precipitaciones y ecosistemas marinos.
Imaginen durante un instante al planeta como un ser vivo. Más concretamente, un ser vivo acechado por una enfermedad que es el cambio climático. Hace años que la comunidad científica está estudiando cada uno de los síntomas causado por esta patología. En los últimos meses, varios estudios han apuntado a una afección poco visible pero extremadamente preocupante: el debilitamiento del sistema circulatorio del globo. Es decir, de las grandes corrientes oceánicas que regulan el clima terrestre. Cada vez son más los estudios que sugieren que la circulación del Océano Atlántico (AMOC) podría estar camino de colapsar. ¿Pero qué significa este fenómeno? Y sobre todo, ¿qué implicaciones tendría para el resto del planeta? A continuación, las claves para entender el posible colapso de la gran corriente oceánica del Atlántico, cuándo podría ocurrir y, sobre todo, sus implicaciones para el resto del planeta.
Empecemos por el principio. Por entender qué es y cómo funciona el sistema circulatorio de los océanos del globo. Las corrientes marinas son, esencialmente, como arterias que conectan las aguas de todo el mundo y que, a su vez, juegan un papel clave en la regulación del clima global. Una de las más importantes es la corriente de la Circulación Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés), una de las arterias que transporta el agua caliente de los trópicos hacia el Atlántico Norte y que influye de forma directa en el clima de regiones como Europa Occidental. Dado que las corrientes oceánicas transportan grandes flujos de agua caliente y fría de una punta a otra del mundo, estos sistemas se consideran como uno de los grandes reguladores del clima terrestre.
El funcionamiento de estas arterias oceánicas está alterándose, cada vez más, a raíz de los diferentes impactos de la crisis climática. Por ejemplo, debido al calentamiento global, el deshielo de los polos está inyectando agua dulce en la corriente del Atlántico Norte y esto, a su vez, está diluyendo los niveles de salinidad normal de las aguas, altera la densidad del agua superficial y afecta al normal funcionamiento de esta corriente. También se han observado cambios derivados, por ejemplo, de los cambios en los patrones de viento, el inusual calor de las aguas y el impacto de eventos climático como El Niño y La Niña. En el origen de todos estos fenómenos está la crisis climática, la emisión desbocada de gases de efecto invernadero y el calentamiento global.
Hace años que la comunidad científica advierte del mal estado de salud de la gran corriente del Ártico. Ya en 2018 se dijo que este sistema se estaba debilitando. En 2020, la revisión realizada por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) afirmó que este sistema se había ralentizado en las últimas décadas. A mediados de 2023, un estudio afirmó que, de seguir así, esta corriente podría colapsar en las próximas décadas. Y el pasado domingo, otra investigación apuntó, en esta misma línea, que podríamos estar ante un inminente colapso de esta arteria oceánica. Un estudio de la Universidad de Dinamarca liderado por Susanne Ditlevsen afirma que, de seguir así, la corriente oceánica del Atlántico podría colapsar en 2057. Es decir, en poco más de treinta años. ¿Qué efectos tendría un colapso? Volviendo a la metáfora del principio, el colapso de una arteria de un paciente provocaría graves consecuencias no solo en su sistema circulatorio sino, además, en todos los demás órganos. En el caso concreto de las corrientes oceánicas, según argumentan los expertos, un eventual colapso de la corriente del Atlántico podría alterar aún más las temperaturas del planeta, así como el patrón de precipitaciones y la incidencia de fenómenos meteorológicos extremos en Europa. Este fenómeno también podría alterar los ecosistemas marinos y afectar a las especies que dependen de las corrientes marinas.

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